Al ver tanta gente, Jesús subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos. Iba a tomar la palabra cuando unos niños que correteaban por la zona lanzaron una pelota que fue a para a escasos metros del Señor. Al instante, uno de los apóstoles empezó a recriminarles y a amenazarles con que no les daría la pelota hasta que no guardaran silencio…
Los niños, que les interesaba bastante más su pelota que lo que allí podían escuchar, empezaron a armar un enorme bullicio, corriendo tras los apóstoles que se pasaban unos a otros el objeto tan codiciado. Entre tanto Jesús miraba sonriente la escena e hizo algún que otro conato de apuntarse al “partidillo”, no obstante al final reprimió sus ganas.
El tiempo iba pasando y los apóstoles, que todo hay que decirlo, no ponían mucha intención por dejarlo. Así que la multitud allí congregada empezó a ponerse nerviosa. Unos murmuraban entre sí, otros, los menos, se apuntaron al juego y la mayoría, después de mirar varias veces el reloj, decidió regresar a sus tareas, pues no estaban para perder su tiempo.
1.- Nada más oír el despertador, rompa con las manías de siempre, no intente levantarse con el pie derecho ni con el izquierdo. Sea original y hágalo por ejemplo con las manos o…. ¡con la nariz! ¿No le parece una bonita forma de empezar el día con humor?
2.- Dúchese y no olvide hidratar su voz, tarareando su canción preferida, y su corazón, pensando en las hermosas oportunidades que le brinda el día de hoy.
3.- Cuéntele al espejo el último chiste y, si no se ríe, hágale burla haciendo formas extrañas con la cara… ¡Esto último es infalible!
4.- Depílese esos brotes de pesimismo y desesperanza antes de salir a la calle. Se sentirá limpio por dentro y radiante por fuera. Ah, se trata de unos brotes muy traicioneros que salen muy a menudo, así que no olvide depilarse diariamente.